A mí lo que más me llegó fueron las relaciones humanas con los niños y adultos de la colonia, pero sobre todo con los niños. Las horas en la calle jugando a pilla-pilla o pañuelito no tienen comparación, el cariño recibido por los más pequeños te hace sentir que estás haciendo algo muy importante. En la escuela toca pelear, cómo no, pero siempre con la ayuda y el apoyo incondicional de las Hermanas, unas grandísimas personas que hacen una labor sin igual.
La vuelta a nuestra sociedad “desarrollada” difícil, muchos recuerdos de vidas que has compartido en dos meses y no puedes olvidar como si nada hubiera pasado. Muchas veces los recuerdos vienen acompañados de lágrimas, de nostalgia, de impotencia, solo te queda pensar, qué afortunado soy, qué puedo hacer por los demás…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios de este blog están moderados por los administradores.
Si su comentario no fuera publicado envíe un correo electrónico a: secretaria@maristasbilbao.com