La frescura del día no pudo con las ganas de celebración de la gente, especialmente de los más jóvenes, que aprovecharon a tope las diversas actividades de ocio que estaban programadas. Tras el almuerzo compartido en el que cada lugar aportó sus delicias gastronómicas (chistorra, bacalao, migas, sardinas...) se celebró la eucaristía en recuerdo de Marcelino Champagnat. Una vez retomadas las fuerzas tras la comida, un DJ se ocupó de animar la fiesta y hacer bailar a los participantes hasta última hora de la tarde, que cada cual volvió a su lugar de origen tras haber pasado un buen día.
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